Una dos y tres
Están por todas partes
estas páginas abiertas,
con sus mágicas preguntas.
Una dos y tres
atentas caravanas de fantasía
algunas interrogando el sueño imposible de la historia
y otras
mascullando los acordes y silencios
en un pentagrama.
Una dos y tres,
veo puertas abiertas en mi escuela
instantes
de caudalosas aguas y jardines,
Oigo una flauta en manos de los niños y más allá
el pausado vaivén de una campana.
Algo de eterno se respira en el aula,
un silencio contenido abriendo imágenes en un papel.
Una dos y tres, ¿Y quién viene ahora?
El vuelo de los cóndores
y el sigiloso ronroneo del puma.
Uno dos y tres,
y pronto,
sus hermanos números desfilando
en graciosas combinaciones en el plano.
Vibra en el aire la pregunta
y brotan respuestas, una tras otras, en tres una y dos
Así fui sintiendo la vida, así también el dolor
el aire y la hermosa montaña,
también el candor de la flor.
Por eso recuerdo mi escuela,
Por eso cuido su memoria,
esa bendita intuición de acogida en el porque sí de las cosas
y la llamada a cultivar
en los espacios anticipados de mi paisaje.
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Enrique Dintrans A
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