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miércoles, 2 de mayo de 2012

Guión de una pasión clandestina


 A un hombre le sucedió que se hizo puro corazón

Perdió sus manos en sus latidos
Mordió sus carnes y murió de hambre
Se quedó ciego
Ahogado por el diluvio de su sangre
No pudo hablar
Para siempre silencioso
Siguió muriendo con aquella luna enrojecida en la mirada.
Ese hombre
Con su corazón en las manos
Deambula en la cuerda floja
Chorreando de cenizas el camino
Va desgastado moribundo
A punto de parir un grito
Va tarareando un sueño entre dientes
Va cortándose la piel para que amanezca
Cuando sea de día
Cuando no quede una sola gota de noche que se haya bebido
Entonces como esos vientos que acaban con todo
Despertará cantando este poema:
“Muchacha
te he visto desde mi pecho
pasear tu cabellera de noche por entre jardines
te he visto solitaria distante
rumiando tal vez distancias   soledades
he visto como tu alma se te escapa
silabando nombres en cada lágrima
Te he visto así
Y no conforme
He tenido la osadía de mirarte más allá de tu pena
He viajado a los albores de tu vida
Y conozco tu sonrisa de niña feliz
Tu corazón iluminando de dulzura
Te he imaginado rumbo a tu escuela
Con tu traje de ilusión y tu belleza
Como una avecilla que descubre la poesía de su canto
He visto cuan alegres tus amigos te celebran
Y cómo concilian las diferencias
Para no perturbar la armonía de tu reino
Tus padres te preconciben montada en un centauro volador
Con tus flechas de arco iris sembrando el mundo de mariposas
tocando el vino de las cosas con el aura de tus ojos
Guerrera incondicional de la ternura
Vas regando en vino los surcos del maíz
En trashumante paso de gaviota
Has emigrado por fuerza de un invierno desechable
para suerte de los pájaros  rabia de la rapiña
Llevas en vuelo toda la música de los astros
Que tu pueblo aprendió cuando era río
Por eso las canciones de ese tiempo
Van en el sol de tu sangre
al derramarlas su calor deshiela las penumbras
Así te he visto desembarcar en esta orilla que fue desierto
    que hoy es verdor   plenitud   abundancia frutal
Donde el pasado sucumbe
Por los infinitos segundos
Que construyen el día glorioso
La fiesta histórica del amor”.

Y todo por haberse topado con una combatiente chilena
Como si las sirenas australes fueran amazonas
Que ningún poeta puede conquistar.

Resignado se le oyó decir:
“La tristeza más inmensa ha borrado mi alfabeto.
No tengo palabras ni para mencionarme ante el vacío
La mudez es mi más seguro destino”

Se le vio por ahí
Con un morral a cuestas cargado de ausencias
Sin poder gritar
Sin percatarse del pesado silencio en que se le trocó el odio
Las ganas de maldecir.
Ya nunca fue lo mismo aquel Hombre colibrí
Que chupaba con furia la belleza del atardecer
A este puñal de carnicero con el filo abriéndose paso entre la gente
Tras la huella de una hembra (él diría: la sed de la poesía)
Y escribió por las paredes:
“Quizás otros lo hayan visto antes
pero Yo apenas lo he descubierto:
el sol es una flor
En la mañana nace el botón
Sembrando su energía como sumo cítrico revitalizante
Luego antes de marchitarse
Como un dador del arte
Esparce sus pétalos por todo el horizonte
Esas inmensas sábanas multicolores del crepúsculo
Con las que precisamente
Salen a construir la noche los amantes”.

Ella con su insignia del Frente Patriótico Manuel Rodríguez
Y su recién estrenado carné del partido
Pensaba que ser tierno bello sensible
Era ser guerrero implacable forjador de esperanzas
Escultor de revoluciones guitarra violenta
cantar con las notas del fusil.
El con la mente puesta en aquel pasillo de trinitarias
Rumiaba un trago amargo:
“Hoy
es sentencia dolorosamente firme
que en el inventario de mis dolores
aparezca tu nombre en el haber de la rabia
tendré  que declarar que hubo en mi vida una imposibilidad abismal
una minusvalía letal un poco de muerte
Diré
Con los lugares comunes del despecho
Asumiendo mi militancia en lo cursi
Que amé sin ser amado
Que mi lenguaje de arcilla no cuajó
Que una tormenta de indiferencia me anegó la voz
Diré esto y más
Explayaré mi sufrimiento hasta el martirio
A ver si se diluye entre tanto corazón hambriento”.

Ella comenzó a languidecer con las nostalgias de Pablo Milanés
con las ansias de volver al lar mapuche
El se regaló un pequeño poema
Que ató con hilo de azabache a la pata de un gorrión:
“Una vez
un volantín que tuve rompió el silbido que nos unía
prefirió la filarmónica del viento
Yo imité su danza  violentamente libertaria por el azul
ambos fuimos felices
Y que conste que lo quería para mí
aquella frágil estrella de papel
me trasmutaba en utoponauta de infatigable búsqueda
pero su partida fue su realización astral
A mi
A mi me dejó la distancia del cosmos como rango nostálgico
Y la utopía con los pies sobre la tierra”.

En consecuencia
Con el impulso autodestructivo del Caribe
Comenzó a escribir para otras
Sutil es tu presencia
ese néctar etéreo de flora que transpiras
sabor a bosque húmedo tropical
sustancia volcánica seductora alucinante
que derrama tu mirada placenteramente ida.
Cuánta distancia nocturna pudiéramos salvar
de esa canción alborotada que es tu piel
con esta guitarra trasnochada insaciable de juntes.

No supo más de ella
A veces la recordó boliviana en una guerra de Antofagasta
A veces la confundió con una novia universitaria
Siempre con una desaparición en el andar
Hace días creyó verla por televisión
Estaban pasando noticias sobre la extradición
De un criminal llamado Pinochet
Ella portaba un cartel con una foto y la inscripción ¿Dónde está?
El hubiese dado la vida por ser ese rostro.


                                                                                                   Yldefonso Finol

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