Era una moneda, que otrora perdida
al puerto de las aulas llegó enferma;
unos niños lavaron sus heridas,
la invitaron, contentas a la mesa.
La moneda vendía los espacios
de la paz de los niños en el aula,
y los libros se vieron muy escasos
sin poder habitar en las palabras.
Los niños protestaron, le dijeron:
¡Ay moneda, que nuestra miel te llevas!
¿Por qué ensucias el plato de la mesa?
La moneda soltó una carcajada
no quería su antifaz descubierto
y se fue, preparando una estocada.
Autor:
Enrique Dintrans Alarcón
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