Nuevos amaneceres se vislumbran
en América Latina,
amaneceres que resplandecen
con el “ALBA”
y ese resplandor llega
a todos los lugares,
lugares que otrora
vistieran de paupérrima pobreza,
lugares donde yacían los anhelos
de padres niños y adolescentes,
lugares oscuros, sombríos,
donde atesoraban un mendrugo
de viejo y duro pan
como único sustento.
Sin calzado, sin electricidad,
sin abrigo para calentarse
en los meses de largo y gélido invierno.
Relegados, olvidados, desposeídos
así permanecieron, en silencio.
Hoy se alzan sus voces,
voces de pueblo libre,
con los albores del “ALBA.”
Despertad, hermanos, despertad,
no permitáis que os priven
de tan elemental derecho
que la EDUCACIÓN no se reduce
a nombres y apellidos altisonantes,
ni a títulos nobiliarios,
ni a tener llenos los bolsillos.
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